Descanso divino

«En efecto, el “descanso” de Dios no puede interpretarse banalmente como una especie de “inactividad” de Dios. (…) El descanso divino del séptimo día no se refiere a un Dios inactivo, sino que subraya la plenitud de la realización llevada a término y expresa el descanso de Dios frente a un trabajo “bien hecho” (Gn 1, 31), salido de sus manos para dirigir al mismo una mirada llena de gozosa complacencia: una mirada “contemplativa”, que ya no aspira a nuevas obras, sino más bien a gozar de la belleza de lo realizado; una mirada sobre todas las cosas, pero de modo particular sobre el hombre, vértice de la creación»
San Juan Pablo II, Enc. Dies Domini, n. 11.

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