¿Desde cuándo la Misa es... así?
Hch 20,7: «El primer día de la semana, nos reunimos para la
fracción del pan; Pablo les estuvo hablando y, como iba a marcharse al día
siguiente, prolongó el discurso hasta medianoche».
«El día que se llama día del sol
[el domingo] tiene lugar la reunión en
un mismo sitio de todos los que habitan en la ciudad o en el campo.
Se leen las memorias de los Apóstoles y los escritos de los
profetas, tanto tiempo como es posible. Cuando el lector ha terminado, el que preside toma la palabra para
incitar y exhortar a la imitación de tan bellas cosas.
Luego nos levantamos todos juntos y oramos por nosotros [...] y por todos
los demás donde quiera que estén, [...] a fin de que seamos hallados justos en
nuestra vida y nuestras acciones y seamos fieles a los mandamientos para
alcanzar así la salvación eterna.
Cuando termina esta oración nos besamos unos a otros.
Luego se lleva al que preside a los hermanos pan y una copa de agua y de
vino mezclados.
El presidente los toma y eleva alabanza y gloria al Padre del
universo, por el nombre del Hijo y del Espíritu Santo y da gracias (en
griego: eucharistian) largamente
porque hayamos sido juzgados dignos de estos dones.
Cuando terminan las oraciones y
las acciones de gracias, todo el pueblo presente pronuncia una aclamación diciendo: Amén.
[...] Cuando el que preside ha hecho la acción de
gracias y el pueblo le ha respondido, los que entre nosotros se llaman diáconos
distribuyen a todos los que están
presentes pan, vino y agua “eucaristizados”
y los llevan a los ausentes» (San Justino, Apologia,
1, 65).
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