El milagro de la confesión
A la edad de diecisiete años, un día
en que tenía que salir con mis amigos, decidí pasar primero por una iglesia.
Allí me encontré con un sacerdote que me inspiró una confianza especial, de
modo que sentí el deseo de abrir mi corazón en la Confesión. ¡Aquel encuentro me cambió la vida!
Descubrí que cuando abrimos el corazón con humildad y transparencia, podemos
contemplar de modo muy concreto la misericordia de Dios. Tuve la certeza que en la persona de aquel sacerdote Dios me
estaba esperando, antes de que yo diera el primer paso para ir a la
iglesia. Nosotros le buscamos, pero es Él quien siempre se nos adelanta, desde
siempre nos busca y es el primero que nos encuentra.
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